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Blogg 2: ¿Semiótica o semiología?

19.09.2010 22:51

 

 

 

 

¿Semiótica o semiología?

 
Marco Antonio Rivera
 
A menudo, cuando digo que soy semiótico, igual que a Desiderio Blanco, lo primero que me preguntan es ¿qué es eso? Pero, si la persona conoce un poco sobre el tema, enseguida me pregunta: ¿semiótico o semiólogo? Como Desiderio Blanco ha escrito una excelente presentación, altamente recomendable, de la semiótica contemporánea, en el presente artículo voy a dar respuesta a la segunda pregunta.
 
La semiología como tal fue preconizada por Saussure en su celebre Curso de Lingüística General (1917), en el que establece las bases de la lingüística moderna y al mismo tiempo lanza una de las teorías más representativas del siglo XX: el concepto de estructura, que durante los años 60 daría paso al Estructuralismo Francés con autores como Claude Lévi-Strauss en antropología, Louis Althusser en teoría marxista, Jacques Lacan en psicoanálisis o Roland Barthes en crítica literaria.
 
Es precisamente este último autor, quien a partir de su libro Mitologías (1957), y tras descubrir a Saussure y haber asimilado la influencia en ese tiempo predominante de Lévi-Strauss, decide iniciar una aventura semiológica que lo conduciría a sentar las bases de la semiología contemporánea.
 
Pues bien, para Barthes, la semiología era una translingüística, como se encargó de asentarlo en sus Elementos de Semiología (1964) y, por lo tanto, un modelo científico para el estudio de los signos  que tomaba como modelo a la Lingüística Estructural, tal como había sido formulada por autores como Jakobson, Martinet o Trubetzcoi.
 
Este modelo semiológico, no fue solo seguido por Barthes, icono principal de la semiología francesa de los años sesenta, sino por otros autores como George Mounin o Louis Prieto, todos los cuales tenían la intención de describir los sistemas de signos diferentes de la lengua basados en los hallazgos de la lingüística. Lo mismo sucedió en poética y narratología, en donde autores como Todorov, Bremond o Gérard Genette, trataron de aplicar a pie juntillas los conceptos de la lingüística para explicar el funcionamiento de la literatura.
 
La semiótica, por su parte, fue postulada originalmente por John Locke, en su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), aunque no sería sino dos siglos después cuando Peirce desarrollaría el tema y propusiera bajo el nombre de Semiótica, la "doctrina cuasi necesaria o formal de los signos" de la que "la lógica, en su sentido general, no es sino otro nombre". Como Peirce nunca sistematizò su pensamiento sobre las semiótica y los signos, sus Collected Papers () resultan una malgama imprecisa sobre la materia, razón por la cual solo en las últimas décadas del siglo XX se empieza a desarrollar, principalmente en Estados Unidos, lo que se conoce como la semiótica peircena, una línea de investigación que trata de dar cuenta del proceso de entendimiento que subyace bajo toda semiosis posible.
 
Por otro lado, en el ámbito europeo, ha sido Greimas quien bajo el nombre de semiótica desarrolló durante los años sesenta y setenta una de las teorías sobre la significación más poderosas explicativamente hablando, la cual fue concebida como un proyecto científico, “cuyo objetivo primordial consiste en “explicitar —en forma de una construcción conceptual— las condiciones de la aprehensión y de la producción del sentido”[1].
 
Ahora bien, y a pesar de que en 1969, cuando se fundó la Asociación Internacional de Semiótica, se decidió utilizar la palabra “semiótica” para recubrir toda la gama de estudios sobre los signos, las diferencias entre semiótica y semiología no son en realidad solo cuestión de terminología como quieren algunos autores, ni tampoco se resuelve cómodamente, como proponen otros, adscribiendo la semiótica al ámbito norteamericano bajo la tutela de Peirce y la semiología al ámbito europeo bajo el padrinazgo de Saussure.
 
Lo que en verdad subyace a esta dicotomía es la forma de concebir la disciplina. Pues, para el semiólogo -como bien lo ilustran las tesis de Barthes-, la preocupación principal es el signo y peor aún, el signo lingüístico, razón por la cual bajo cualquier otro conjunto significante busca encontrar la estructura y los elementos propios de la lengua. Esta postura, conocida con el nombre de semiolingüística, presupone un imperio de la lingüística sobre los demás sistemas de signos, lo cual arbitrariamente tiende a ignorar, cuando no a borrar la especificidad de los sistemas analizados.
 
Y como bien lo ha visto Umberto Eco en La estructura ausente (1968) y más tarde en el Tratado de Semiótica General (1975) esta postura es insostenible, ya que cada sistema de significación posee su propia estructura y, más aún, en comparación con el lenguaje verbal, estos sistemas resultan muchas veces más complejos, como en el caso de la semióticas sincréticas (cine, televisión, publicidad) o aparentemente mucho más simples o analógicas como en el caso de la zoosemiótica, la biosemiótica o la imagen misma.
 
Entonces tras la etiqueta de semiólogo se oculta en realidad una visión del mundo si no es que una ideología sobre la significación -aún cuando esta palabra asusta a algunos semióticos que creen ingenuamente que la semiótica y la ideología son como el agua y el aceite.
 
Para un semiótico (en la tradición de Greimas pero también en la de Peirce), en cambio, no se trata de prejuzgar acerca de la importancia epistemológica de un sistema de significación sobre los otros, sino por el contrario de crear una semiótica general que dé cuenta de los mecanismos que subyacen a todo proceso de significación (o semiosis como gustan decir los peirceanos).
 
Se trata pues, de crear una teoría general desde la cual estudiar luego cada uno de los sistemas en su especificidad, sin tratar de imponerle la camisa de fuerza de los modelos construidos a partir del leguaje verbal.
 
Pero se trata también de enfocar los fenómenos de significación no en la perspectiva del sistema en sí mismo -como era la predilección de los estructuralistas-, ni siquiera de abstraer los mecanismos de enunciación que ponen en circulación dicho sistema, para crear bonitas tipologías de signos, como en la primera semiótica de Pierce, sino por el contrario de describir la especificidad de los discursos y la praxis enunciativa que los regula, como propone la Semiótica del Discurso de Fontanille y compañía. Pues solo en la medida en que demos cuenta de lo que tiene de específico cada enunciación, podremos construir modelos explicativos cada vez más sólidos.
 

 



[1] A.J. Greimas – J. Courtés (1990), Semiótica I. Diccionario Razonado de la Teoría del Lenguaje. p. 371.

 

Primer blog: La Semiótica como visión crítica, Marco Antonio Rivera

12.09.2010 00:17
La Semiótica ha sido definida teóricamente como la ciencia de los signos, desde la perspectiva clásica, o bien como una ciencia de los discursos y las culturas desde una perspectiva más actual. No obstante, para este primer blog, queremos destacar una nueva faceta tal vez un cpoo desdibujada por los adalides de la semiótica institucionalizada: la de la semiótica como una visión crítica de los objetos.
 
En efecto, la semiótica es metodológicamente una ciencia o, como decía Greimas, un proyecto científico; el cual, visto en una perspectiva más práctica, nos sirve para volvernos conscientes de los procesos de significación que subyacen a toda práctica comunicativa, de tal modo que podamos darnos cuenta de que bajo la apariencia inocente de un simple intercambio de mensajes (o de una "interacción", como dicen los pragmatistas y sus amigos) se mueve una serie de estrategias de manipulación y persuasión tendentes a lograr en el enunciatario un efecto, sea patémico, cognitivo o pragmático.
 
Pues bien, con la semiótica todo ello queda al descubierto no solo con respecto a la interacción comunicativa, sino también en lo referente a un anuncio publicitario, una película o una narración, y más importante aún, co respecto a nuestro entorno social, político, económico, etc.
 
Pues no olvidemos que todo tipo de prácticas culturales están constituidas como sistemas de signos (al respecto recuérdense los aportes de Lévi-Strauss, Lotman, Los Formalistas Rusos o Jakobson) o, como dice Umberto Eco, toda cultura esta estructurada como comunicación, con lo cual la semiótica se presenta como un excelente instrumento de lectura de la realidad que nos circunda.

 

 

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