La Semiótica del Horror (Presentación)

 

Si bien es cierto que como bien lo ha declarado Lovecraft en su célebre libro El horror sobrenatural en la literatura (1927): “El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y poderoso es el temor a lo desconocido”[1], el horror como género literario surge propiamente en el siglo XIX, teniendo como base la literatura gótica y aún más atrás la literatura romántica. Aún así, comparte con la mayoría de sus antecedentes las características temáticas y expresivas que lo caracterizan, además, desde luego, del efecto estésico de sobrecogimiento y terror que produce en el lector.

 

De este modo, podemos afirmar que el horror como fenómeno estésico es no sólo universal sino pancrónico, en el sentido en el que sus rasgos distintivos pueden aparecer no sólo en los relatos pertenecientes a dicho género literario, sino en leyendas de tradición oral y, por supuesto, en otro tipo de discursos modernos como el cine, la radio, la televisión, el cómic, la pintura y muchos más.

 

A partir de esta hipótesis, hemos decidido emprender una investigación a profundidad con el objetivo de caracterizar los rasgos discursivos del horror como fenómeno estésico, los cuales constituirán el objeto de estudio de la Semiótica del Horror −actualmente en desarrollo−, la cual hemos propuesto en nuestro estudio preliminar Prolegómenos a una Semiótica del Horror[2], (2007).

 

En dicha obra, hemos sentado las bases de la Semiótica del Horror, al analizar desde la perspectiva de la semiótica de raigambre greimasiana, uno de los relatos más representativos del horror contemporáneo –The outsider de H.P. Lovecraft− con el fin de producir una primera aproximación al fenómeno del horror en la perspectiva voluntariamente restringida del horror sobrenatural, y por supuesto, en el marco de la literatura de horror.

 

Aún así, los resultados obtenidos han servido de base para el desarrollo de nuestra línea de investigación, por cuanto han demostrado el carácter heurístico de las herramientas desarrolladas por la semiótica greimasiana par dar cuenta de fenómenos tan complejos como el horror, al demostrar cómo la atmósfera terrorífica es el resultado de una fuerte axiologización de los objetos, espacios y personajes, por parte de la instancia de la enunciación enunciada, con base en una fuerte subjetivación que proyecta los rasgos de la propioceptividad del enunciador −el extraño, en su calidad de narrador y de ninguna manera Lovecraft en cuanto autor− en el discurso, a partir de la cual se produce una fuerte deformación de los objetos que contribuye a crear en el enunciatario una emoción disfórica. A grandes rasgos, esta emoción disfórica corresponde a la atmósfera del relato, la cual experimentará una gradación que va del miedo al horror para finalizar en el terror como emoción estética.

 

Este análisis previo, al mismo tiempo,  ha podido demostrar por vía de los métodos semióticos algunas de las asunciones que la crítica literaria tradicional ha avanzado desde hace tiempo con respecto al corpus lovecraftiano, tales como la intuición fundamental de que lo esencial de un cuento de horror reside en la atmósfera[3], al demostrar por vías del análisis textual, cómo dicha atmósfera se va conformando a partir de la reiteración de semas disfóricos esparcidos por la instancia de la enunciación enunciada a lo largo del relato, principalmente en las descripciones. Con ello, se ha podio verificar de manera objetiva cómo dicha atmósfera −que en los estudios literarios tradicionales se concebía como un aura que irradiaba el texto y que se ubicaba más bien en una zona intermedia entre el autor y el lector− es puramente un efecto de sentido discursivo producido por una proyección pasional de la instancia de la enunciación.

 

Si bien, a decir de algunos, dicha observación carece de originalidad debido a que es un rasgo general de los procesos de la enunciación, que se puede observar particularmente en la poesía lírica, donde el enunciador apasionado juega un rol de primera línea, ello no demerita de ningún modo el contenido de esta apreciación, por cuanto se trata propiamente de un rasgo perteneciente al proceso de significación del relato analizado, el cual ha sido obtenido por medio de un análisis riguroso sobre el corpus estudiado. Dicha observación además se muestra fructífera al ser proyectada sobre otros relatos pertenecientes al género literario del horror y aún más lejos es posible encontrarlo en objetos vertidos en distintas sustancias, tales como el género cinematográfico de horror por citar sólo el más evidente. Aunado a esto, podemos afirmar que dicho resultado no sólo se muestra heurístico al analizar objetos vertidos en sustancias diferentes sino que además se observa cómo dicho rasgo es generalizable, como quería Greimas de los resultados de las investigaciones semióticas[4] y al mismo tiempo abre la puerta a una futura investigación sobre otros objetos semióticos que permita caracterizar con herramientas precisas y microscópicas el modo de significación particular del horror con respecto a otros géneros como la literatura fantástica o las leyendas folklóricas, en el ámbito de los estudios genéricos, y aún más allá, caracterizar en última instancia el horror como fenómeno estésico susceptible de trascender no sólo los géneros sino las sustancias mismas en que pude textualizarse dicha emoción estética.



[1] Lovecraft, H.P. (2002) El Horror Sobrenatural en la Literatura. Trad. de Melitón Bustamante Ed. Fontamara, México, “Introducción”, p. 7.

[2] Rivera Gtz., Marco Antonio (2007) Prolegómenos a una Semiótica del Horror. El horror como efecto de sentido en “The Outsider” de H.P. Lovecraft. Tesis para obtener el grado de Maestro en Ciencias del Lenguaje. Director: Dr. Roberto Flores Ortiz. BUAP, Puebla.

 

[3] Es la opinión compartida por los principales autores y estudiosos del género, entre los que destaca el mismo Lovecraft (quien formuló por primera vez dicha observación), así como S.T. Joshi y Rafael Jopis.

[4] En Zilberberg, Claude (1999) Semiótica tensiva y formas de vida. Traducción de Roberto Flores. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Seminario de Estudios de la Significación. Puebla, p. 7.